- SUMARIO:
- REVISTA DE EXPERIENCIAS CLÍNICAS Y NEUROCIENCIAS
- Aun lo social: crisis en la práctica diaria
Fernando J. Marzano Leer Resumen
- Dossier: “DSM-5:LUCES Y SOMBRAS”
Coordinadores: Gabriela Jufe, Alexis Mussa, Esteban Toro Martínez, Federico Rebok Leer
- Aproximándose al DSM-5: ¿un avance en psiquiatría?
Andrés Heerlein Leer Resumen
- Research Domain Criteria (RDoC). Marco político y contenido
Elena Levy Yeyati, Aníbal Goldchluk Leer Resumen
- Discapacidad intelectual. ¿Es la nueva denominación un cambio de perspectiva?
Ernesto Wahlberg Leer Resumen
- La esquizofrenia según el DSM-5
Gabriela Jufe Leer Resumen
- Evolución histórica y conceptual de los trastornos psicóticos no esquizofrénicos en los DSM
Federico Rebok Leer Resumen
- Trastorno bipolar y DSM-5: aún lejos de la enfermedad
Diego J. Marino, Sergio A. Strejilevich Leer Resumen
- Trastornos de ansiedad en el DSM-5
Miguel Márquez Leer Resumen
- Trastorno obsesivo compulsivo y trastornos relacionados: un nuevo capítulo en el DSM-5
Esteban Toro Martínez Leer Resumen
- Trastorno por estrés postraumático: cambios significativos en el DSM-5
Elena Levy Yeyati Leer Resumen
- EL RESCATE Y LA MEMORIA
- Las clasificaciones en Psiquiatría: de Praxeos Medical al DSM I
Norberto Aldo Conti
- Delirio
Arnulphe D’Aumont
- LECTURAS Y SEÑALES
- Alucinaciones
Daniel Matusevich
- EDITORIAL
La gran cantidad de materiales difundidos en los distintos medios de comunicación sobre temas vinculados a la salud, demuestra que ésta constituye un área de especialización periodística en constante desarrollo. El acontecer médico-sanitario requiere y merece una cobertura informativa que lo vuelva accesible para el conjunto de la ciudadanía, y el periodismo representa el puente que comunica una orilla de saber especializado con otra de escaso conocimiento, a través de una técnica adecuada de divulgación. Pero, además, el tópico forma parte de la disputa por los escuchas y lectores, y se sabe que a favor de ciertas características de la cultura contemporánea el poder de convocatoria de la información sanitaria es enorme. Esto es así por la sencilla razón que la salud, como objeto de la sociedad de consumo, ocupa una porción interesante del mercado. La proliferación de secciones especiales sobre el tema en la prensa escrita y en programas de televisión por cable también muestra la necesidad de posicionarse en un mercado de medios de comunicación cada vez más competitivo.
El periodismo responsable debe cumplir con, al menos, tres requisitos básicos en el tema salud: 1) informar (dar a conocer los hechos con la mayor objetividad), 2) interpretar y explicar (dotar de sentido a los nuevos descubrimientos ateniéndose estrictamente a los datos científicos que los avalen, mencionando las fuentes y procurando que sean diversas) y 3) controlar la difusión de informaciones infundadas o sin base científica seria (ejercer cierta supervisión puesto que la población no está, y no tiene porqué estarlo, al tanto de los estándares exigidos por la investigación científica, y mucho menos saber interpretar sus resultados). Como se puede apreciar fácilmente, cumplir con estas exigencias no es tarea sencilla y requiere una gran preparación así como una posición ética particular. Sin embargo, no todos los medios cuentan en sus plantillas (o parecen contar, a estar de lo que leemos y escuchamos) con la figura del periodista especializado en el área sanitaria. Más allá de la prensa amarilla con su característico sensacionalismo condenable de por sí, que es la forma más grosera y cruel de atraer público desprevenido pulsando las cuerdas inconscientes, o no tanto, de nuestra condición humana, hay una importante franja de la información que se brinda en el tema de la salud que sirve a la mercantilización de la información por medio de la promoción de productos, conceptos, técnicas terapéuticas, patologías (el fenómeno de las diseases mongering), y hasta figuras profesionales: se puede usar el sensacionalismo para vender diarios y también vender a través de las técnicas sensacionalistas de los diarios. La promoción encubierta se paga, de diversas maneras, pero se paga. El resultado de estas maniobras genera daños: abrir falsas esperanzas, asustar para generar consumo de sustancias farmacológicas, fomentar consultas y estudios dispendiosos para quien no los necesita, inducir la confusión entre la pena de vivir propia del ciclo vital normal y la enfermedad, promover prestigio de métodos, personas o instituciones presentándolos como sacerdotes y templos de panaceas universales y otros subterfugios al tono, son maneras de alimentar una cultura aprovechando los fantasmas de la existente con fines inconfesables. También hay ciertos colegas, que ya sea por la vanidad de estar en los medios o por la importancia que le dan a sus descubrimientos, sin necesariamente hacerlo con fines espurios, ensalzan sus descubrimientos, perdiendo la perspectiva y magnitud clínica de sus hallazgos y desconociendo el efecto negativo que esta manera de referirse a ellos puede tener en una gran masa poblacional. Afortunadamente también hay asociaciones profesionales de la interfase salud/periodismo que intentan reglamentar y dar reglas técnicas para evitar estos excesos e informar correctamente. Los trastornos psiquiátricos, con su carga de estigma, incertidumbre evolutiva y valoración subjetiva son blanco fácil de informaciones distorsionadas o erróneas. Sería necesario diseñar códigos de ética adecuados y mecanismos de control para su cumplimiento. La información periodística puede ser un poderoso método de prevención, pero también puede ser potencialmente patógena.
Martín Nemirovsky – Juan Carlos Stagnaro
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