- SUMARIO:
- REVISTA DE EXPERIENCIAS CLÍNICAS Y NEUROCIENCIAS
- Hiperprolactinemia asociada al uso de antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina
Mirian Rosón-González, Kazuhiro Tajima-Pozo, Francisco Montañés-Rada Leer Resumen
- La investigación en los psiquiatras en formación de la Ciudad de Buenos Aires
Viviana Peskin, Diana Berrío Cuartas, Claudia Villafañe, Walter Pereyra, Laura Martínez Didolich, Oscar Cesoni, Martín Uriarte Leer Resumen
- Dossier: "PREVENCIÓN CUATERNARIA EN SALUD MENTAL".
Coordinación: Hugo Pisa, Martín Agrest Leer
- Prevención cuaternaria: un intento de evitar los excesos de la medicina
María Noble Leer Resumen
- El arte de hacer el mínimo daño en Salud Mental
Alberto Ortiz Lobo Leer Resumen
- La cuestión: no psiquiatrizar
Hugo Pisa Leer Resumen
- La psicoterapia, la niña mimada del campo de la Salud: ¿Útil siempre y jamás dañina?
Martín Agrest Leer Resumen
- De Ulises a Paris: viaje hacia la medicalización del envejecimiento
Belén Moreno, Mariana Pedace, Daniel Matusevich Leer Resumen
- CONFRONTACIONES
- La oportunidad de transformar el modelo de atención en salud mental de la Argentina en un modelo basado en fundamentos científicos a partir de la Ley Nacional de Salud Mental
Federico M. Daray Leer Resumen
- EL RESCATE Y LA MEMORIA
- Las tesis doctorales en la Universidad de Buenos Aires
Norberto Aldo Conti
- LECTURAS Y SEÑALES
- La montaña mágica
Lucía Matusevich
- EDITORIAL
El mundo psi argentino está de duelo. El 4 de octubre falleció Eduardo Pavlovsky, el Tato para todos; según se lo conocía en nuestro país y allende nuestras fronteras. Quienes venimos en la psiquiatría desde los años ‘70 del siglo pasado tuvimos, y tenemos, por él un entrañable afecto; tanto nos dio y enseñó que no podría ser de otra manera. Su trayectoria creativa se orientó hacia el psicoanálisis, el psicodrama y el teatro, con inmensas y originales proyecciones.
Graduado muy joven, a los 22 años, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, Tato estudió durante unos años psicología, pero abandonó esa carrera, y se orientó hacia la práctica psicoanalítica para recalar, definitivamente, en el psicodrama inspirado en la escuela del rumano Jakob Levy Moreno. Poco después creó el Movimiento Psicodramático de Latinoamérica convirtiéndose en uno de los pioneros de esa técnica en la región.
Su pensamiento crítico acompañó su acción hilvanándose en libros de texto, desde el primero, “Psicoterapia de grupo de niños y adolescentes” publicado en 1968, al que siguieron otros de su autoría o en colaboración con Fidel Moccio, Carlos Martínez, Luis Frydlewsky, Juan Carlos De Brasi y, especialmente, Hernán Kesselman; y en su producción teatral y cinematográfica jalonada por un sinfín de creaciones inolvidables que lo han ubicado como uno de los más sobresalientes dramaturgos, además de notable director y actor, de la escena nacional.
Testimonio de su prolífica producción fueron sus principales obras teatrales: El señor Galíndez (1973), Telarañas (1976), El señor Laforgue (1983), Potestad (1985) y Rojos globos rojos (1994), además de sus roles en recordados films como Heroína (1972), Cuarteles de invierno y Los chicos de la guerra (1984), Miss Mary (1986), El exilio de Gardel (Tangos) (1985), entre otros.
Las fuerzas de la reacción se ensañaron con su obra: atentados con bombas en los lugares en los que se representaban sus piezas teatrales, allanamientos en su domicilio y consultorio lo obligaron a salir del país y tomar el camino del exilio radicándose en España, adonde continuó su trabajo, para volver al país antes del fin de la dictadura militar.
Laureado en nuestro país y en el extranjero, Pavlovsky recibió, entre otros, el Premio del Teatro IFT (1967), el Premio del Festival de Teatro de las Américas (Montreal, 1987), el Premio de la Revista Time Out (Londres, 1987), el Premio Molière (Francia, 1989), el Premio Prensario (1994), los Premios Argentores y ACE (1995), el Premio Konex de Platino (2001) y el Premio Konex Diploma al Mérito (1994, 2001 y 2004).
“El teatro debe ser en Latinoamérica una subversión a las ideas opresoras de su libertad expansiva. Siempre el teatro es subversivo, subvierte y siempre es válido su espíritu militante. Así lo pienso yo a los 80 años, todavía en los escenarios como actor y como autor”, escribió hace un año en el diario Página 12, del que era colaborador.
La gallarda y elegante figura de Tato, Ciudadano Ilustre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires desde marzo de este año, los tonos ora dolorosos, ora misteriosos o fulminantes de su voz, siempre cautivante, seguirán resonando en los escenarios argentinos y en el recuerdo de cuantos lo admiramos.
Los caminos de la vida hicieron que trabáramos una profunda amistad con su hijo Federico, con quien compartimos proyectos y tareas editoriales, asociativas, en el seno de la Asociación de Psiquiatras Argentinos y docentes en la formación de estudiantes de medicina y con los residentes de nuestra especialidad. Vaya hacia él y su familia nuestro emocionado homenaje a la memoria de su padre.
Juan Carlos Stagnaro
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