![]() | Nº128 - Volumen XXVII Julio/Agosto 2016 ![]() |
La noción de Factor de Impacto (FI), como instrumento de valo¬ración de las publicaciones científicas, fue creada en los EEUU por Eugene Garfield en 1955. El FI se calcula a partir de una fórmula en cuyo numerador se consigna el número promedio de veces que los artículos de una revista publicados en los dos años previos han sido citados en el presente año y en el denominador, el número de artículos origina-les de investigación y artículos de revisión publicados. Tiempo después Garfield fundó el repositorio internacional Science Citation Index (SCI), que mide a partir del FI la repercusión de los trabajos publicados en revistas cien¬tíficas. En su concepción el SCI perseguía comprobar los vínculos entre investigadores a través de las citaciones y ser un elemento de ayuda para seleccionar en qué revistas publicar. Pero poco a poco se fue imponiendo como método para la evaluación de grupos e instituciones de investigación y autores; y la generalización de su empleo ha llegado a condicionar las formas de citación y publicación de artículos científicos, como así tam-bién a influir excesivamente en la toma de decisiones para promociones profesionales, contrataciones y financiamientos a distintos niveles de la comunidad científica. Sin embargo, las publicaciones no anglosajonas en el SCI son muy escasas, lo cual limita su uso para estimar la real repercusión de las publicaciones que no pertenecen a ese ámbito geográfico y cultural. En efecto, las revistas latinoamericanas ocupan las últi¬mas posiciones en los rankings de sus respectivas temáticas, si es que figuran. De allí se deriva una obsesión acrítica por parte de los autores de todo el mundo por publicar en las revistas incluidas en el SCI. Muchas son las críticas que se hacen al FI: en primer lugar porque determina una asi-metría arbitraria ya que en el numerador de su ecuación se incluye cualquier tipo de contenido pero en el denominador, solo los artículos citables; porque el FI de una revista es una medida del nivel de una revista, no la medida del nivel de un artículo, y su uso para determinar el impacto de un solo artículo es estadísticamente incorrecto puesto que la distribución de las citas está sesgada para todas las revistas, con un número muy pequeño de artículos manejando la gran mayoría de las citas; además, el impacto no es índice de igual importancia o de avance en un campo, y la búsqueda de un alto FI, ya sea a nivel de un artículo o de una revista, puede desviar los esfuerzos de investigación de las prioridades más importantes. Sin embargo, como señala un reciente editorial de la prestigiosa revista Microbiology and Molecular Biology Reviews de la Sociedad Americana de Microbiología (ASM): “A pesar de la generalizada condena a la utilización de los FIs de las revistas para evaluar la importancia de los trabajos publicados, estos siguen siendo ampliamente usados en la publicación, contratación, y financiación” en el ámbito científico; y, con¬siderando que “la búsqueda incesante de publicaciones de alto FI ha sido perjudicial para la ciencia”, los jefes de redacción y la dirección de la ASM decidieron no anunciar más los FI en su fondo de revistas que incluye, además de la citada, las muy difundidas Antimicrobial Agents and Chemotherapy, Applied and Environmental Microbio¬logy, Clinical Microbiology Reviews, Infection and Immunity, Journal of Clini¬cal Microbiology, mBio, Microbiology and Molecular Biology Reviews, mSphere, and mSystems, con el fin de “no contribuir aún más a la inadecuada focalización en revistas con alto FI”, con la esperanza de que esa declaración de principios pueda ser emulada por otras publicaciones. Juan Carlos Stagnaro |