Editorial POLEMOS
VERTEX - Revista Argentina de Psiquiatría
  Volumen XVII— Nº66
Marzo/Abril 2006


   Descargue este número en su PC

  • SUMARIO:
    • Dossier: “SEXOLOGÍA, SEXUALIDAD, PSIQUIATRÍA Y CULTURA ”
      Coordinadores: Santiago Levín y Juan Carlos Stagnaro

      • Sodomitas, homosexuales, gay: De la persecución a la desmedicalización.
        S. Di Segni Obiols      Leer Resumen

      • El sexo y la muerte. Prohibición, deseo y trasgresión.
        A. Sapetti     Leer Resumen

      • El devenir de los transexuales operados.
        M. Bonierbale, A. Michel, C. Lançon      Leer Resumen

      • La evaluación de la función sexual desde la óptica psicofarmacológica.
        A. Mussa, M. Nemirovsky      Leer Resumen

      • Sexualidad en las Demencias: Estudio de Casos.
        D. Matusevich, M. C. Vairo, M. Ruíz, H. Pisa      Leer Resumen

      • Sexualidad y esquizofrenia: Breve revisión del tema y resultados de una encuesta a pacientes en rehabilitación.
        P. M. Gabay, M. D. Fernández Bruno, E. J. A. Roldán      Leer Resumen




    • Introducción.

      La sexología, definida por algunos como "ciencia de lo sexual", se constituyó como campo de conocimientos específicos, hacia fines del siglo XIX, en la encrucijada de las obras de tres pioneros en ese tema: Richard von Krafft-Ebing (1840-1902) ilustre psiquiatra sucesor de Theodor Meynert en la cátedra de la Universidad de Viena, quien publicó en 1886 su famoso texto Psichopatia Sexualis, Albert Moll (1826-1939) especialista de la sugestión y discípulo de Hippolyte Bernheim en Nancy, quien se hizo célebre con la publicación de su libro Untersuchugen über die Libido sexualis y Henry Havelock Ellis (1859-1939) autor, a partir de 1897, de los ocho volúmenes de sus influyentes Studies in the Psychology of Sex. En 1905, con la publicación de sus Tres ensayos sobre la teoría sexual, Sigmund Freud reconoció su deuda con los sexólogos. Pero, a diferencia de aquellos que la entendían como una disciplina vinculada a la biología cuyo objeto de estudio era la actividad sexual humana y su tratamiento, el creador del psicoanálisis, al elaborar una teoría universal de la sexualidad fundada sobre la noción de libido, transformó la significación de la oposición entre lo normal y lo patológico, distinguiendo teóricamente su doctrina de toda forma de estudio comportamental. A partir de allí el psicoanálisis entendió a la sexualidad como un concepto amplio que recubría todas las actividades humanas, extendiéndose hasta las, aparentemente, más alejadas como la creación artística o la actividad intelectual. Todas ellas por vía de la sublimación provenían de la misma fuente que alimentaba la descarga directa propia de la vida genital. La doctrina freudiana de la sexualidad recibió numerosas críticas y fue recusada por sus dos principales disidentes (Carl Jung y Alfred Adler). Los autores postfreudianos (Melanie Klein, Donald Winicott, Heinz Kohut entre otros) elaboraron sendas contribuciones críticas en función de la cuestión del narcisismo. La psiquiatría, por su lado, desarrolló, desde finales del siglo XIX, un frondoso aparato conceptual y terminológico. Posteriormente al marcado interés por los efectos deletéreos de la masturbación (con fondo de la teoría degenerativa), en su apresuramiento taxonómico, la psiquiatría decimonónica acuñó tardíamente el término "homosexual". Más tarde aún creó el de "heterosexual". De a uno estos dos neologismos grecolatinos accedieron a la vida pública. "Homosexual" tuvo un fugaz inicio panfletario, cuando apareció en 1872 en las calles de Leipzig. Su autor, un tal Kertbeny, era un defensor de los derechos de los homosexuales. Fue Krafft-Ebing quien le dio ciudadanía psiquiátrica, al emplearlo en la segunda edición de su Psychopatia sexualis (Stuttgart, 1887). Poco a poco "homosexual" se impuso y remplazó a las palabras en curso hasta ese momento: uranista, sodomita, invertido. Este desplazamiento será un hecho consumado hacia 1907. Durante un tiempo se lo leyó acompañado de otro más complejo: "sensaciones sexuales contrarias", usado por Karl Westphal en un artículo de 1887. "Heterosexual", por su parte, llegó ocho años después del primero, en 1880. Pareciera que ocupó un lugar de mero complemento taxonómico para clasificar a la gente sobre la base de la identidad anatómica del partenaire en el acto sexual. Sin embargo, estudios tales como el de Jonathan Ned Katz, The invention of heterosexuality demostró la complejidad del puzzle que estos términos permitieron armar. En efecto, esa nomenclatura clasificatoria no es una mera regulación de los actos sexuales, como fueron las nominaciones anteriores, sino que pretende ser una clasificación de las personas - en términos de normalidad o anormalidad - según su comportamiento sexual. En ese nuevo contexto el "hetero" advino como la regla del "homo". El apareamiento terminológico cobró un alcance conceptual. Luego de la Primera Guerra Mundial la sexología tomó un cariz político centrado sobre las ideas de la revolución sexual, pero fue en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial que cobró un desarrollo considerable a partir de los EE.UU. El informe elaborado por el biólogo Albert Kinsey, publicado entre 1948 y 1953, sobre la sexualidad de los hombres y mujeres norteamericanos, y los trabajos de William Masters y Virginia Jonson, contribuyeron ampliamente a desencadenar ese fenómeno. En las décadas posteriores se asistió al desarrollo de la sexología como disciplina clínica alcanzando una gran audiencia entre el público en general. Sin embargo, sus contenidos no han entrado con la misma importancia en la curricula de los estudios médicos. A pesar de todo lo dicho, lo escrito y lo debatido sobre sexualidad humana desde las épocas iniciales de Freud hasta nuestros días, sorprende una vez más encontrarse cara a cara con las sordas resistencias que esta apasionante temática genera. Es que la sexualidad humana, tan omnipresente como escurridiza, tan universal y evidente como individual e intransferible, no se deja dominar con facilidad. Tal vez la dificultad primera resida en el hecho, no por ya sabido menos problemático, de que quién habla de sexualidad no puede dejar de hablar sobre sí mismo de una manera o de otra. No existe un solo párrafo escrito sobre la materia que no nos aluda a cada uno de nosotros, que no nos interpele como seres necesaria e inevitablemente atravesados por esa experiencia histórica, fundante, y a la vez permanentemente actual. Los médicos, inclusive los psiquiatras, nos tropezamos con dificultades toda vez que debemos abordar temáticas que no sólo afectan a nuestros pacientes sino que nos aluden a nosotros mismos como seres humanos. Los artículos del presente Dossier invitan a la reflexión y brindan información fundada sobre varios tópicos relativos a esta problemática que atraviesa la clínica cotidianamente. Adrián Sapetti explora los polos antitéticos de la muerte y el sexo, Silvia Di Segni Obiols presenta una investigación histórica sobre la evolución del concepto de homosexualidad hasta su eliminación del DSM preguntándose por qué las relaciones sexuales entre adultos consintientes fue más perseguida que otras conductas que afectan los derechos de otros como la pedofilia y la violación. Por su lado Mireille Bonierbale y colaboradores estudian, en un artículo muy singular por su novedad a nivel mundial, el destino de los transexuales operados; Alexis Mussa y Martín Nemirovsky desarrollan la metodología de evaluación de la función sexual bajo tratamiento psicofarmacológico; Daniel Matusevich, María Carolina Vairo, Martín Ruiz y Hugo Pisa, utilizando estudios de casos, nos ilustran sobre los matices de la sexualidad en personas afectadas de demencia y Pablo M. Gabay, Mónica Fernández Bruno y Emilio J. A. Roldán comunican los resultados de sus investigaciones sobre la sexualidad en pacientes esquizofrénicos.