- SUMARIO:
- REVISTA DE EXPERIENCIAS CLÍNICAS Y NEUROCIENCIAS
- Estigmatización en la esquizofrenia y otros trastornos mentales
María Lolich, Eduardo A. Leiderman Leer Resumen
- Algunas observaciones sobre la evolución del concepto de trauma
Elena Levy Yeyati Leer Resumen
- Tecnofobia: trastorno clínico asociado a las tecnologías digitales
Leticia Elizabeth Luque, Rodolfo Ávila Leer Resumen
- Dossier: “CAMBIOS EN LOS PARADIGMAS PSQUIÁTRICOS”
Coordinación: Silvia Wikinski, Esteban Toro Martínez Leer Resumen
- Categoría y Dimensión en Psiquiatría
Santiago Levin, Daniel Matusevich, Martín Nemirovsky Leer Resumen
- Psicofármacos y teorías etiopatogénicas en Psiquiatría. Del contexto de descubrimiento al obstáculo epistemológico.
Silvia Wikinski Leer Resumen
- ¿Cómo crece tu jardín? Una actualización del debate sobre la naturaleza genética o ambiental de los trastornos psiquiátricos
Daniel Vicente Vigo Leer Resumen
- Los cambios en nuestro quehacer: una mirada desde el Psicoanálisis
Marcelo Armando, Rodolfo Espinosa Leer Resumen
- Paradigma o Paradigmas en la Clínica Psicoanalítica Actual
Inés T. Berro Leer Resumen
- El Paradigma de la Evidencia
Ricardo Bolaños Leer Resumen
- EDITORIAL
Hasta el lanzamiento del Plan de Salud Mental 2002-2006, no se disponía de datos generales actualizados sobre los trastornos mentales en la población de la Ciudad de Buenos Aires. Ya el estudio poblacional realizado por el CONICET a través de su Programa de Epidemiología Psiquiátrica entre los años 1979 y 1982 indicaba que un 26 % de la población presentaba síntomas de moderados a graves que requerían de asistencia psicológica y/o psiquiátrica y, casi dos décadas después, en el trabajo “Epidemiología de los trastornos mentales” (Buenos Aires, 1999), realizado sobre una muestra de población adulta atendida en los consultorios externos de los Hospitales Fernández, Piñero y Tornú, se concluyó que predominaba el sexo femenino y el grupo etáreo entre los 18 y 50 años, el perfil socioeconómico correspondía a sectores medios empobrecidos, más del 50% tenía educación secundaria y/o universitaria, y el 25 % permanecía desocupado en el momento de la consulta. La frecuencia de los trastornos mentales y del comportamiento fue la siguiente: neurosis (54%), depresiones (14%), psicosis (10%), trastornos de la personalidad (7%) y problemas con el ambiente social (6%).
Desde hace tiempo se vienen realizando a nivel internacional esfuerzos importantes por incluir en los estudios sobre prevalencia de trastornos mentales aquellos factores sociales, culturales y demográficos que influyen en la prevención y asistencia de dichos trastornos dado que ellos afectan particularmente a los sectores más desprotegidos y desfavorecidos de la sociedad. Pese a seguir careciendo carecer de información fidedigna y suficientemente amplia a nivel poblacional, existen datos que permiten inferir -merced al agravamiento de las condiciones sociales y económicas sufridas por la población en los últimos diez años- el aumento de trastornos mentales y de comportamiento; especialmente en lo que se refiere a los trastornos de ansiedad y las depresiones así como a las llamadas nuevas patologías como los trastornos de la alimentación, la violencia en todas sus formas -familiar, social, abuso de menores- y las adicciones a drogas y alcohol, cada vez de comienzo más temprano, sin dejar de mencionar los accidentes y el suicidio. Baste como ejemplo el resultado de la primera Encuesta Nacional a Estudiantes de Enseñanza Media, realizada por la SEDRONAR en 2002, dirigida a jóvenes escolarizados de 12 a 17 años, sobre una muestra representativa a nivel nacional y provincial del 85.3% del total de estudiantes registrados en el Censo Educativo Nacional del año 1999, arrojó los siguientes resultados: el consumo de alcohol alcanza al 75.1% de los estudiantes, el de tabaco el 46.7%, psicofármacos sin prescripción médica(estimulantes y tranquilizantes) el 9.5%, y drogas ilegales (principalmente marihuana y otras) el 6.7%. Otros resultados parciales publicados en el último lustro en medios especializados concurren a abonar la idea de un agravamiento en la patología mental en Buenos Aires, su zona metropolitana y el interior del país.
Entre otros aspectos sanitarios y sociales, una planificación racional de los recursos materiales y humanos necesarios para mejorar la atención en Salud Mental en la Ciudad de Buenos Aires debería partir, antes que de los aspectos arquitectónicos de los centros de salud como se viene anunciando, de un conocimiento lo más exhaustivo posible de las condiciones epidemiológicas que deben enfrentarse. Lo contrario puede conducir a una dilapidación de esfuerzos de todo tipo con escasa influencia para modificar la situación de la Salud Pública en el área.
Juan Carlos Stagnaro
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