- SUMARIO:
- REVISTA DE EXPERIENCIAS CLÍNICAS Y NEUROCIENCIAS
- Validación del Mood Disorder Questionnaire en su versión argentina
Rodolfo Zaratiegui, Laura S. Lorenzo, Gustavo H. Vázquez Leer Resumen
- Dossier: “PSICOPATOLOGIA Y VIOLENCIA: ETICA Y PSIQUIATRIA
- Algunas reflexiones criminológicas y psicopatológicas sobre los crímenes seriales
Juan Carlos Romi Leer Resumen
- Enfoque jurídico de los Trastornos Antisociales de la Personalidad
Néstor Ricardo Stingo Leer Resumen
- Filicidio. Madres asesinas
María C. Zazzi Leer Resumen
- Vicisitudes en el ingreso y la emergencia de un Hospital Psiquiátrico Penitenciario
Luis Ohman, Germán Alberio, Matías Bertone, Edgardo Márquez Leer Resumen
- Una aproximación a los conceptos de Autonomía e Integridad en la Praxis Asistencial
Daniel H. Silva Leer Resumen
- Internación de enfermos mentales: pasado, presente y futuro
José María Martínez Ferretti Leer Resumen
- EDITORIAL
¿Cuál es el lugar de la familia en el cuidado y la recuperación de las personas con trastornos mentales severos luego de una crisis que requiera hospitalización? ¿La familia siempre favorece la estabilización y recuperación de sus miembros aquejados por un trastorno mental? Esta última pregunta pareciera tener una respuesta obvia: por supuesto que si. ¿Quién podría no estar de acuerdo con esta afirmación en su carácter general? ¿Qué psiquiatra no considera su trabajo completo sin alcanzar la reinserción de sus pacientes en su medio habitual, evitando las internaciones prolongadas?
Sin embargo, a la luz de la realidad clínica el asunto merece algunas consideraciones que, no por más obvias que la repuesta anterior, no deben ser omitidas.
En primer lugar el lugar el problema debe ser matizado con dos hechos indudables, que han sido estudiados y ampliamente enfatizados por los especialistas en familias, quienes trabajan regularmente en tareas de rehabilitación e inserción social y por los clínicos que tratan pacientes severamente perturbados. En ese sentido es bueno recordar que la estructura vincular familiar puede estar causalmente implicada en la génesis y cronificación de los trastornos mentales.
Observaciones regulares a lo largo de décadas han demostrado ese aserto y la noción de familia de alta implicación afectiva, suficientemente puesta en evidencia en múltiples investigaciones, alude precisamente a cómo la trama vincular próxima puede determinar estructuraciones patológicas, inducir descompensaciones y rechazar a alguno de sus miembros de su seno al convertirlo en el chivo emisario de la locura del grupo, como nos enseñó Enrique Pichon Rivière con su teoría de la depositación. Este fenómeno es uno de los responsables de lo que se denomina “puerta giratoria” cuando, por desconocerlo, se omite el trabajo terapéutico necesario, y no siempre exitoso, que hay que realizar para devolver al grupo su responsabilidad en la enfermedad familiar expresada en el designado como paciente. Una confianza excesivamente ingenua en los beneficios que otorga el ambiente familiar para acoger a sus miembros enfermos conduce a externaciones sin haber, al menos, intentado trabajar para modificar el entorno cercano del paciente; y a un círculo vicioso de internación/externación que complica la evolución de muchos casos.
Por otro lado, está la sobrecarga que significa para ciertas familias la convivencia con un miembro con severas secuelas de un trastorno grave en su comportamiento. En esas situaciones se verifican verdaderas descompensaciones de los parientes, situaciones de culpa y agresividad reprimidas y actuaciones de todo tipo al intentar forzar una cohabitación insoportable. Nociones tales como las de emergente, dinámica de grupo, vínculo y red vincular, y otras provenientes de la extensa experiencia que la psiquiatría clínica ha incorporado a lo largo del tiempo deben ser revalorizadas y utilizadas regularmente en el tratamiento de los pacientes y sus familias. No incluirlas en las estrategias terapéuticas priva de recursos de formidable valor para una respuesta integral a los problemas que se deben encarar y deja un excedente de sufrimiento sin resolver en otros miembros del grupo familiar, con consecuencias negativas para la evolución posterior. En conclusión, no siempre el ámbito familiar es el mejor lugar para compensar los casos de personas aquejadas de una psicosis, un trastorno de personalidad y otras condiciones clínicas severas. Las familias sustitutas, las casas de convivencia y a medio camino, las instituciones semiabiertas de tipo hostal o residencias con adecuada contención, que se han ensayado exitosamente en diferentes lugares, son la solución más adecuada para lograr la estabilización y la vida menos sujeta a factores conflictivos de esas personas. Estas breves notas, escritas, muy resumidamente, cobran una importancia fundamental para ser tenidas en cuenta en los debates que se tienen en el momento actual en nuestro medio.
Juan Carlos Stagnaro
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